Hoy el plan es simple: que la comida hable por nosotros, que la sazón enamore y que el cliente diga ‘¡quiero volver!’. Si el arroz se pega, que sea de tanto amor. Y si el cansancio aparece, que se le pase con una buena cucharada de orgullo.
¡Arranquemos con cuchillos afilados y corazones contentos!»